Comentario
El interés por la realidad de la pintura barroca en origen vinculado a planteamientos religiosos, motivó que adquirieran categoría artística independiente una serie de temas vinculados a la naturaleza, que hasta finales del XVI sólo habían sido representados acompañando a los asuntos tradicionales, es decir, a obras religiosas, mitológicas y a retratos. Flores, frutas, paisajes, animales, etc., se convirtieron en la época barroca en protagonistas absolutos de cuadros, siendo el bodegón el único de los nuevos temas que alcanzó en la España del XVII una cierta relevancia, más por su calidad y originalidad que por su número.El creador de la tipología del bodegón español fue Sánchez Cotán (1560-1627), pintor religioso de escasos méritos que, sin embargo, poseyó unas extraordinarias dotes como bodegonista. Su origen toledano fue determinante para su aptitud y dedicación a la pintura de naturalezas muertas, ya que el rico ambiente cultural de la Ciudad Imperial en el siglo XVI propició la existencia de una elite de coleccionistas que gustaban de novedades. El aprecio e interés que esta clientela mostró por los bodegones flamencos impulsó a los artistas toledanos de finales de la centuria a realizar estos temas. Quizás el primero de ellos fue Blas de Prado (h. 1545-1599), del que no se conserva ningún ejemplo. Con él parece que se formó Sánchez Cotán, quien se dedicó a este tema antes de ingresar en la Cartuja en 1603.Son muy pocas las naturalezas muertas que se conocen de su mano, sin embargo, él fue quien definió las cualidades y características del bodegón español, que se mantuvieron apenas sin variaciones en gran parte de la centuria. En estos cuadros, de proporciones apaisadas, representa muy pocos elementos, frutas, hortalizas y aves, que aparecen colgados o alineados sobre el alféizar de una ventana, tratados con preciso dibujo y denso modelado, mientras una intensa luminosidad les destaca sobre un oscuro fondo, acentuando su realismo y plasticidad.Según Orozco, Sánchez Cotán pinta estos humildes objetos con un sentido devocional, dando una visión trascendente de la naturaleza, porque busca en ellos no su aspecto concreto sino la acción creadora de Dios. Esta idea, frecuente en escritos religiosos de la época, confiere a sus obras un sentido místico que se manifiesta fundamentalmente a través de la clara y nítida luz que, más que iluminar, penetra la materia infundiéndole la gracia del espíritu (bodegones del Museo del Prado de Madrid, Museo de Bellas Artes de Granada y Museo de San Diego, California).Entre los pintores de naturalezas muertas que siguieron su estela destacan Alejandro Loarte (h. 1590-1626), Juan van der Hamen (1596-1631) y también el propio Zurbarán, quien en sus pocas pero personales obras dedicadas a este género muestra una clara dependencia del maestro toledano.